Archivo especial: “Traditionis custodes” (2)

Fuente: FSSPX Actualidad

Dos misas han construido dos ciudades (iglesia de Saint-Nicolas d´Hérémence, Valais)

Primera parte (2): El objetivo concreto del Motu proprio

En el Motu proprio Traditionis custodes, el Papa Francisco implementa toda una serie de medidas destinadas a circunscribir la Misa Tridentina, con la esperanza de hacerla desaparecer en beneficio exclusivo de la Misa de Pablo VI.

Tal implacabilidad plantea la pregunta: ¿las motivaciones que proporciona en su carta verdaderamente corresponden con el objetivo real que se ha fijado? En el primer artículo hablamos sobre las motivaciones oficiales. Veamos ahora el objetivo concreto.

El objetivo concreto del Motu proprio: "reducir la influencia de los tradicionalistas"

La motivación dada oficialmente por el Papa, a saber, que la unidad de la Iglesia estaría en peligro debido al cuestionamiento del Concilio, es desconcertante. Por ejemplo, Jean-Pierre Maugendre, en el sitio Renaissance catholique, escribe: "Si no fuera por la seriedad del tema, sería divertido. ¿De qué unidad de la Iglesia se habla? Cuando:

- no hay dos misas iguales celebradas en dos iglesias diferentes,

- en una diócesis, los divorciados vueltos a casar son admitidos a la Sagrada Comunión, y en otra no

- el 69% de los católicos estadounidenses dice no creer en la presencia sustancial de Cristo bajo las apariencias del pan y del vino después de la consagración (encuesta del Pew Research Center, agosto de 2019)

- con total impunidad, los sacerdotes alemanes bendicen en sus iglesias, ataviados con colores del arcoíris, uniones homosexuales, etc.

"El Papa que firmó la declaración de Abu Dabi afirmando: 'la diversidad de religiones es una expresión de una sabia voluntad divina', escribe también en la carta a los obispos que acompaña al Motu proprio: 'permanecer en la Iglesia no solo 'con el cuerpo' sino también 'con el corazón' es una condición para la salvación'" - En otras palabras: ¡fuera de la Iglesia no hay salvación!

De forma perspicaz, Jean-Marie Guénois expuso en Le Figaro el objetivo real y concreto de estas medidas coercitivas, desde el 9 de julio, ocho días antes de la publicación del Motu proprio: se trata sobre todo de "reducir la influencia de los tradicionalistas". Porque Francisco se topa con un hecho limitante y muy frustrante para la ideología conciliar: la atracción que ejerce la Tradición sobre las generaciones más jóvenes.

La agencia suiza cath.ch, poco sospechosa de tradicionalismo excesivo, admitió el 20 de julio: "La Tradición sigue atrayendo. Cada vez más jóvenes, sacerdotes y laicos por igual, se han acercado al rito tridentino en los últimos años. Las vocaciones procedentes de las comunidades tradicionales continúan multiplicándose.

"¿Cómo explicar este regreso a una liturgia que nunca han conocido, a veces totalmente ajena a su universo familiar?  'Quizá sea sobre todo un medio político para luchar contra un sentimiento de desestabilización, de superación, ante una globalización muy violenta y contra la que quieren resistir', explica en La Croix el Padre Luc Forestier, conferencista del Instituto Católico de París".

- Se agradece esta respuesta "políticamente correcta", aunque no toma en cuenta en lo más mínimo el valor en sí de la liturgia tradicional, y quiere ver en el rito tridentino tan solo un medio de tranquilidad frente a la globalización.

Lo que el Padre Forestier no comprende, un filósofo ateo como Michel Onfray lo ve y lo expone en Le Figaro el 18 de julio. El mismo que confiesa: "Soy ateo, eso lo sabemos, pero la vida de la Iglesia católica me interesa porque es el pulso de nuestra civilización judeocristiana, que se encuentra en pésimas condiciones. Porque aunque Dios no es parte de mi mundo, mi mundo es el que hizo posible al Dios de los cristianos.

"A pesar de lo que digan aquellos que piensan que Francia comenzó con la Declaración de los Derechos Humanos, lo cual es tan estúpido como creer que Rusia nació en octubre de 1917, el cristianismo ha moldeado mi civilización, a la cual creo que puedo amar y defender sin escrúpulos de conciencia..."

Es este ateo quien escribe: "El acto principal del Papa Francisco, en mi opinión, es ser fotografiado frente a un crucifijo en el que Jesús lleva el chaleco salvavidas naranja de los migrantes. Este es el ícono triunfante de Vaticano II que descarta todo lo sagrado y toda trascendencia en favor de una moralidad difundida mundialmente como las golosinas de los scouts. […]

"Lo que está en juego en este caso es la secuela de Vaticano II, es decir, la abolición de lo sagrado y de la trascendencia. La secularización del rito reducido a una liturgia en la que La vida es un largo río tranquilo [película francesa dirigida por Etienne Chatiliez, estrenada en 1988. NDLR] mostró todo el poder con su sacerdote cool que toca la guitarra y canta estúpidamente 'Jesús, Je-e-e-e-sús, vuelve'".

"Se puede preferir el canto gregoriano sin sentir nostalgia por Vichy. […] Para los que creen en Dios, la Misa en latín se parece a la Misa del Largo Río Tranquilo -la que parece amar el Papa Francisco- tanto como la basílica romana contemporánea de San Agustín se parece a una sala de usos múltiples en un bloque de edificios en Aubervilliers: se buscaría allí en vano lo sagrado y lo trascendente".

¡O el Concilio Vaticano II o la Misa Tridentina!

Esto plantea una pregunta, mantenida como elemento subyacente en el Motu proprio y la carta que lo acompaña, una pregunta fundamental que no ha escapado a la atención de los observadores más atentos. Esta pregunta es formulada por un lector de Aldo Maria Valli quien la retoma en su blog el 18 de julio:

"Traditionis custodes contiene una verdad: el Papa dice que de las dos cosas se debe elegir una: o sigues el Concilio Vaticano II, o sigues la antigua Misa. Las dos cosas son incompatibles, porque representan la pertenencia a dos confesiones diferentes y a dos Iglesias diferentes.

"Quien reconoce el Concilio reconoce a la Iglesia que nació en ese momento y que se distingue de la Iglesia anterior, a tal grado que ya no hay lugar para la Iglesia anterior. En otras palabras, es la lápida de la hermenéutica de la continuidad, un compromiso que no pudo sostenerse".

Esto es lo que Philippe Maxence expresa en forma interrogativa en L'Homme Nouveau del 18 de julio: "¿Cree la Iglesia que la fe transmitida por la forma extraordinaria no es la misma que la transmitida por la forma ordinaria?

"Si este es el caso, y dado que la forma ordinaria se remonta solo a 1969, ¿no es esto reconocer implícitamente que esta última rompe con la tradición de la Iglesia y que, por lo tanto, el Concilio del que ha surgido, es realmente una ruptura, contrariamente a lo que intentó enfatizar el Papa Benedicto XVI en su discurso de diciembre de 2005 sobre las dos hermenéuticas (ruptura y continuidad)?"

El 26 de julio, en el sitio web Academia christiana, Julien Langella llega a una conclusión práctica en términos directos: "El Motu proprio del Papa Francisco, cuyo objetivo es la extinción gradual de la liturgia tradicional, es una prueba formidable. Nos permite dejar atrás un cierto liberalismo mundano.

"Esta vez, ya no podemos conformarnos con invocar 'las muchas casas de la mansión del Padre' y otros desgastados argumentos de tolerancia: 'yo prefiero la Misa de San Pío V, otros aprecian la Misa en francés, a cada quien lo suyo, yo solo quiero defender la libertad..."

"Ya no podemos escondernos detrás de este igualitarismo bondadoso, es necesario asumir la elección del antiguo misal, más vivo que nunca, al ritmo al que van las vocaciones y conversiones de adultos dentro de las comunidades tradicionales".

Dos misas han construido dos ciudades (coro de la abadía de Saint-Ouen en Rouen)