El cardenal Zen cuestiona el funcionamiento del Sínodo

Fuente: FSSPX Actualidad

Justo antes del inicio del Sínodo sobre la Sinodalidad, el cardenal Joseph Zen Ze-kiun escribió una carta a los cardenales y obispos en la que plantea serias preocupaciones. El obispo emérito de Hong Kong aboga por una modificación del reglamento interno del Sínodo, así como por debates valientes sobre los verdaderos puntos de discusión.

La carta, fechada el 21 de septiembre, acusa a los organizadores del Sínodo de manipulación y de imponer una agenda en lugar de permitir un discurso eclesial genuino.

La estructura de la sinodalidad

El cardenal Zen examina el marco teológico de la sinodalidad, basándose en el documento publicado por la Comisión Teológica Internacional en 2018, titulado "La sinodalidad en la vida y misión de la Iglesia", que destaca que la sinodalidad está fundamentalmente vinculada a la comunidad y a la participación de todos los miembros de la Iglesia en la misión de evangelización.

El cardenal expresa su preocupación por el hecho de que el Instrumentum laboris casi no menciona este importante documento. Según Monseñor Zen, lo que está en juego es nada menos que la cuestión de la función de los obispos.

"No entiendo que, por un lado, digan que la sinodalidad es un elemento constitutivo de la Iglesia y que, por otro lado, digan que eso es lo que Dios espera de nosotros en este siglo (¿como una novedad?)". Y se pregunta: "¿Cómo pudo Dios olvidarse de permitir a su Iglesia vivir este elemento constitutivo durante sus 20 siglos de existencia?" - Un sólido uso del argumento de la tradición.

El cardenal Zen está "aún más perplejo y perturbado" por "la alusión a que finalmente ha llegado el día en que la pirámide será invertida, es decir, que la jerarquía será superada por los laicos". El Papa Francisco utilizó la imagen de una "pirámide invertida" en un importante discurso pronunciado en 2015 para conmemorar el 50 aniversario de la creación del Sínodo de los Obispos.

El Santo Padre describió el papel del apóstol Pedro como la "roca" sobre la que se fundó la Iglesia y dijo: "En esta Iglesia, el punto más alto se encuentra como en una pirámide invertida desde la base". Respecto a la decisión de conceder el derecho de voto a los laicos, el cardenal escribe:

"Si yo fuera uno de los miembros del Sínodo, me opondría a ello firmemente, porque esta decisión cambia radicalmente el carácter del Sínodo, que el Papa Pablo VI concibió como un instrumento de colegialidad episcopal, incluso cuando en este espíritu de sinodalidad los laicos son admitidos como observadores, con la posibilidad de expresarse".

"Conceder el derecho de voto a los laicos puede parecer un signo de respeto por el sensus fidelium, pero ¿cómo están seguros de que estos laicos invitados son fieles? De hecho, no fueron elegidos como participantes", escribe Monseñor Zen. Este último dice a los obispos que al menos deberían pedir que los votos de los obispos y de los laicos se cuenten por separado. Después de todo, incluso el Sínodo alemán procedió de este modo. - Un argumento ad hominem imparable.

Evasión de debates honestos y abiertos

Monseñor Zen acusa a la Santa Sede de querer evitar los debates honestos y abiertos. Asimismo, subraya que solo a través de un diálogo sólido puede actuar el Espíritu Santo. "Me parece que en el Concilio Vaticano II, antes de llegar a una conclusión casi unánime, se dedicó mucho tiempo a acaloradas discusiones. El Espíritu Santo estaba obrando allí. Quienes evitan la discusión evitan la verdad", escribe Zen.

Y recuerda: "Sé que durante el Sínodo sobre la Familia, el Papa rechazó las propuestas de varios cardenales y obispos, precisamente en lo relacionado al procedimiento. Sin embargo, si se presenta respetuosamente una petición apoyada por muchos firmantes, tal vez sea aceptada. En cualquier caso, habrás cumplido con tu deber. Aceptar un procedimiento irrazonable sería condenar el Sínodo al fracaso".

El cardenal de 91 años concluye con un nuevo llamado a la oración a sus compañeros obispos y cardenales –y un llamado a trabajar por un cambio en los procedimientos del Sínodo: "Esta carta es confidencial, pero no será fácil ocultarla a los medios de comunicación. A pesar de mi edad, no tengo nada que ganar ni nada que perder. Estaré feliz de haber hecho lo que considero mi deber".

Esta carta del obispo emérito de Hong Kong es fuerte y valiente. Pone de relieve claramente cuestiones fundamentales, por un lado, sobre la legitimidad del Sínodo tal como fue convocado y concebido y, por otro lado, sobre un funcionamiento que no tiene nada que ver con ninguna tradición, ni latina ni oriental. De cualquier modo, el Sínodo fue inaugurado en la fecha prevista y según las nuevas disposiciones. Pero una sorpresa no es imposible.