Francia contra los zombies

Fuente: FSSPX Actualidad

Una iglesia vacía manifiesta la desaparición de la vida interior

Declive demográfico, decadencia moral, deterioro de las letras y de las artes..., hoy es políticamente incorrecto establecer un vínculo entre estas realidades. El pensamiento dominante considera que no puede haber ningún vínculo de causa y efecto entre una moral que se ha vuelto salvaje, una demografía suicida y una cultura literaria que regresa a un estado desértico. 

Es muy poco tranquilizador decir que hay en todo esto elementos dispares, secuencias distintas y consecuencias ilógicas. Hechos diversos pero no efectos ni causas.

Sin embargo, ya en 1947, Bernanos señalaba en Francia Contra los Robots: "No estamos asistiendo al fin natural de una gran civilización humana, sino al nacimiento de una civilización inhumana que solo pudo establecerse gracias a una vasta, inmensa y universal esterilización de los altos valores de la vida".

Bernanos establece un vínculo entre “una esterilización de los altos valores de la vida” y “el nacimiento de una civilización inhumana”. En la misma obra afirma: "No entendemos absolutamente nada acerca de la civilización moderna si no admitimos primero que es una conspiración universal contra todo tipo de vida interior".

En 2024, ¿Francia seguirá en contra de los robots? Hay lugar para la duda. Conocemos las palabras de los revolucionarios que hicieron guillotinar al químico Lavoisier en 1794: "¡La República no necesita científicos!" Sus sucesores van más allá: la cultura de la cancelación (cancel culture) no necesita la historia de Francia.

Esta revolución no envía a nadie a la guillotina, sino que elimina la civilización cristiana y luego se sorprende por la multiplicación de “incivilizados”. Legaliza el divorcio y la anticoncepción, constitucionaliza la muerte de inocentes y luego se asombra de la caída demográfica.

En la época de Juana de Arco, un canciller manifestó su devoción mariana en un cuadro admirable; las artes estaban floreciendo. Ciertamente no era el paraíso en la tierra, pero la ciudad de los hombres tendía entonces con todas sus fuerzas hacia otra ciudad, superior y eterna. Sabíamos que sin fe en Dios, no hay ley humana que se mantenga.

Ver únicamente el poder adquisitivo como un indicador infalible de la moral de los franceses es condenarlos a ser nada más que consumidores. Es ofrecerles el crecimiento económico como un horizonte inmejorable, nada más allá y nada más arriba. Es convertirlos en robots e incluso en zombies, sin personalidad, sin voluntad, maleables y manipulables a voluntad.

Una civilización que rechaza su pasado muere como un árbol sin raíces. La vitalidad demográfica necesita vigor moral y una cultura radiante. Para que el cristianismo renazca, debe estar orgulloso de los tesoros de su herencia, de la fe de quienes construyeron las catedrales y fueron elevados espiritualmente por estas bóvedas de piedra y estos vitrales de luz.

Padre Alain Lorans