Sínodo sobre la Sinodalidad: una Iglesia viva y en movimiento

Fuente: FSSPX Actualidad

La secretaría general del Sínodo emitió un comunicado de prensa anunciando la finalización de los trabajos del grupo de teólogos reunidos del 4 al 14 de junio en Roma, para iniciar la redacción del Instrumentum laboris (IL) que será utilizado durante la segunda sesión el próximo mes de octubre.

Es irrisoria la inventiva de este comunicado de prensa, titulado: “Una Iglesia viva y en movimiento”, que es una especie de pleonasmo. La filosofía perenne –la de los escolásticos y la de Santo Tomás– define la vida a través del movimiento: vita in motu –la vida reside en el movimiento, o se revela en el movimiento (espontáneo). Lo que demuestra la originalidad de tal título.

El comunicado precisa que “el grupo de teólogos (hombres y mujeres, obispos y sacerdotes, consagrados y laicos) trabajó con base en los 107 informes de las Conferencias Episcopales, (…) en la contribución de los superiores mayores, y en más de 175 observaciones” procedentes de grupos estructurados. Así como sobre los informes presentados por los sacerdotes durante su reunión de trabajo de tres días en Roma.

El cardenal Jean-Claude Hollerich, relator general de la 16a Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos – el Sínodo sobre la Sinodalidad – se alegró de comprobar que “el pueblo santo de Dios se ha puesto en movimiento para la misión gracias a la 'experiencia sinodal'" . Y concluyó afirmando que “las semillas de la Iglesia sinodal ya están germinando”.

El lenguaje es revelador. Las semillas de una planta son específicas: dan lugar a una flor o un árbol determinado. Si hay “semillas de la Iglesia sinodal”, ¿es ésta la Iglesia católica? Porque las “semillas” de la Iglesia son bien conocidas: la gracia, las virtudes teologales, los sacramentos, el sacerdocio católico; es el “grano de mostaza” que su fundador sembró en el corazón de sus hijos.

Entre “los temas recurrentes: la formación en la sinodalidad, el funcionamiento de los órganos de participación, el papel de las mujeres y de los jóvenes, la atención a los pobres, la inculturación, la transparencia y la cultura de la responsabilidad entre quienes asumen un ministerio en la Iglesia, la catequesis y la iniciación cristiana, la colaboración entre las Iglesias y el papel de los obispos”.

Ante la confusión, la preocupación o incluso la angustia expresada en ciertos informes, especialmente el temor a la falta de interés por lo enviado o la posibilidad de que los lobbies "aprovechen el proceso sinodal para imponer su propio plan", el cardenal Mario Grech, secretario General del Sínodo, intentó tranquilizar las cosas. 

“Es bueno recordar”, insistió, "que la Asamblea de octubre no se centra en tal o cual tema, sino en la sinodalidad, en el modo de ser una Iglesia misionera en camino. Todas las cuestiones teológicas y propuestas pastorales de cambio tienen este objetivo".

En cuanto al proceso de redacción del IL, “continuará con otras etapas (…) el Consejo Ordinario realizará un primer discernimiento del material escrito por los teólogos”, luego vendrán las “etapas de redacción del documento propiamente dicho”.

El secretario especial de esta asamblea, Monseñor Riccardo Battochio, aclaró que "el IL de la segunda sesión será diferente del anterior. (…) Más bien pretende resaltar algunos nudos que hay que desatar para responder a la pregunta ¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?, teniendo en cuenta el camino recorrido (…) proponiendo argumentos teológicamente fundamentados y propuestas concretas".

El observador tiene la clara impresión de asistir a un nuevo nacimiento de la Iglesia. Pero la Iglesia ya no tiene que nacer, aunque siempre pueda reformarse, en el sentido de una purificación de excrecencias que haya llegado borrar un poco su pureza, al menos en el corazón de los hombres: es siempre lo que la Iglesia había hecho. Un nuevo intento, en cambio, solo puede conducir al abismo.

Sobre todo porque esta novedad solo modifica la estructura de la Iglesia en lo divino y revelado, en particular el poder de la jerarquía católica, la naturaleza misma del sacerdocio y la pureza de la fe. De momento hay que esperar el nuevo IL.