La devoción a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo
Todos los santos alcanzaron la santidad gracias a que meditaban en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. En esta devoción tenemos un método irresistible y comprobado para aumentar nuestro amor por Nuestro Divino Maestro, así como para vencer todas nuestras faltas personales.
La Pasión de Jesús es también un tesoro cuya riqueza nunca sufre devaluación y nos obtiene del Padre Eterno, quien no puede resistirse a esta devoción, todas las gracias esenciales para nuestra salvación y la de los demás.
Esta es la razón por la que el Crucifijo ocupa un lugar de honor en nuestros altares, nuestras iglesias, nuestras tumbas y en las habitaciones y hogares cristianos.
"Sólo conozco una cosa, dice San Pablo, y es a Jesús, y a éste crucificado." (1 Cor. 2,2).
San Agustín dice: "No conozco ningún remedio más efectivo contra los pecados de la carne (es decir, la concupiscencia) que la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo."
San Buenaventura: "La Pasión de Jesús disuelve en Amor divino hasta los corazones más duros de los pecadores más obstinados."
San Alberto Magno: "Se ganan más méritos al meditar amorosamente en la Pasión que al azotarse severamente o ayunar a pan y agua todos los días."
La devoción a la Pasión de Nuestro Señor es superada únicamente por el Sacrificio de la Santa Misa, el cual se renueva verdaderamente frente a nuestros ojos, de modo incruento, y cuyos méritos se aplican a nuestras almas. Junto con el Sacrificio Infinito del Cordero de Dios en el Calvario, la Santa Hora Reparatoria y el Via Crucis, constituyen las prácticas más eficaces relacionadas con la Devoción a la Pasión Santísima de Jesús.
Fuente: FSSPX.News - 30/03/2018