Los primeros frutos envenenados del camino sinodal alemán

Fuente: FSSPX Actualidad

Mgr Georg Bätzing et le Dr Thomas Sternberg

La primera reunión del camino sinodal alemán se celebró en Frankfurt el primer domingo de Adviento. En ella se trataron principalmente cuestiones organizativas y procesales. Paralelamente a esta primera reunión, la Comisión para el Matrimonio y la Familia de la Conferencia Episcopal de Alemania (DBK) se reunió el miércoles 4 de diciembre en Berlín.

El sitio web de la DBK explica que esta reunión de la Comisión fue una consulta específica sobre el tema de la sexualidad humana, considerada desde ángulos científicos, teológicos y legales. Esta reunión será una contribución al camino sinodal alemán.

La revelación divina reemplazada por la ciencia

El presidente de esta Comisión, Monseñor Heiner Koch, arzobispo de Berlín, explicó que el camino sinodal debe emprenderse sin prejuicios y sin posiciones ya establecidas, y en todos los casos se debe tener un conocimiento del estado de las ciencias. Por esta razón, la reunión, que se celebró en Berlín, se organizó en colaboración con el Instituto de Ética y Política Cristiana de esta misma ciudad, con la participación de sexólogos, teólogos y especialistas en derecho canónico.

Se llegó a un consenso sobre el hecho de que "la orientación sexual humana se manifiesta en la pubertad e implica una orientación heterosexual u homosexual [sic]. Ambas pertenecen a las formas normales de predisposición sexual, que no pueden o no deben ser modificadas por una socialización específica". Estas afirmaciones son una aprobación explícita de la teoría de género. Dado que la tendencia es normal, y por lo tanto natural, sería criminal oponerse a ella a través de la educación.

El comunicado de la Comisión continúa: "La cuestión de determinar si la prohibición de la homosexualidad por parte de las autoridades docentes [de la Iglesia] sigue siendo apropiada hoy en día, ha sido objeto de controversia", de manera similar a la cuestión de la legitimidad del uso de anticonceptivos artificiales dentro o fuera del matrimonio.

Finalmente, dos obispos recordaron la importancia de una confrontación entre las ciencias humanas y la teología. Asimismo, acogieron con beneplácito los notables avances de la exhortación Amoris laetitia, de la cual deducen que "las relaciones sexuales después del divorcio y los nuevos matrimonios ya no deben considerarse un pecado grave y que nadie debe ser excluido de recibir la Eucaristía".

La negación del magisterio

Los "prejuicios" o "posiciones ya establecidas" que el arzobispo de Berlín cree tener derecho a descartar no son otra cosa que la enseñanza de la Iglesia. El resultado de esta Comisión, que se agregará al archivo de los foros preparatorios del camino sinodal, se opone directamente al Magisterio constante de la Iglesia, a la Sagrada Escritura y a toda la Tradición. A pesar de sus deficiencias, el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado bajo Juan Pablo II, retoma correctamente esta enseñanza irreformable. Basta con citar el número 2357:

"Apoyándose en la Sagrada Escritura, que los presenta como depravaciones graves (cf. Gn 19, 1-29; Rom 1, 24-27; 1 Cor 6, 10; 1 Tim 1, 10), la Tradición siempre ha declarado que "los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados" (Congregación para la Doctrina de la Fe, declaración Persona humana, 29 de diciembre de 1975, No. 8). Son contrarios a la ley natural. (...) No pueden recibir aprobación en ningún caso".

Un acto contrario a la ley natural e intrínsecamente desordenado nunca puede, bajo ninguna circunstancia, volverse lícito. No puede ser considerado como "una predisposición normal" que "no puede o no debe ser modificada por una socialización específica".

La teología distingue este pecado como mortal ex toto genere suo, es decir, según toda la extensión de su especie. En otras palabras, un acto de este tipo siempre es mortal, a menos que carezca de una de las condiciones esenciales para el pecado mortal: pleno conocimiento o pleno consentimiento. Por ejemplo, si el acto se cometió en un estado de semi-conciencia. Pero los obispos alemanes lo exoneraron completamente de la connotación moral y la malicia, y lo volvieron bueno por sí mismo, porque lo que es natural es bueno.

Cuando los pastores se convierten en ovejas 

Las afirmaciones de esta Comisión del camino sinodal son propiamente heréticas, porque se oponen al Magisterio constante de la Iglesia y a la Sagrada Escritura en una enseñanza que es ciertamente infalible. Conducen a la conclusión lógica de que la Iglesia debe aceptar que el sacramento del matrimonio se puede conferir a los sodomitas.

Asimismo, destrozan toda la teología moral, porque, como dice el apóstol Santiago: "Si uno guarda toda la Ley, pero tropieza en un solo (mandamiento), se ha hecho reo de todos" (St. 2, 10). Calificar como permisible lo que está prohibido por la ley de Dios es rechazar toda la ley moral.

Son una negación de la razón y de la filosofía más elemental, en nombre de las ciencias humanas subvertidas por las perversas ideologías que son el origen de la teoría de género. Son prueba de una increíble debilidad de la inteligencia por parte de los pastores - a menos que sea una cuestión de complicidad - que se creen obligados a seguir cualquier moda intelectual como los borregos de Panurgo. 

Son una abominación ante Dios y ante la Iglesia, pisoteados por esos mismos pastores responsables de apacentar el rebaño que les ha sido confiado, y cuya obligación es guiarlos hacia buenos pastos, y no presentarles platos envenenados.

En lugar de esta prevaricación y traición, deberían haber recordado cuál debe ser la actitud hacia aquellos que son esclavos de su carne y de las pasiones de ignominia de las que habla San Pablo (Rom 1, 26).

En cuanto a aquellos que pueden presentar tendencias homosexuales, deben enfrentar esta prueba esforzándose por seguir la voluntad de Dios que no quiere la muerte del pecador, sino que viva (cf. Ez 33:11).

Es por eso que la verdadera caridad consiste en ayudarlos a vivir cristianamente, uniéndose al sacrificio de la cruz de Cristo, recurriendo frecuentemente a la oración y a los sacramentos de la Iglesia portadores de gracia, practicando la castidad y rodeándose de verdaderos amigos, capaces de alentarlos en el camino de la perfección cristiana.

Por el contrario, el camino sinodal ya se ha convertido en una carrera hacia el abismo. Al hacerlo, ha faltado a la verdadera caridad negando a los pecadores los medios para salir de su pecado y salvar su alma.